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Manos Extendidas



Manos Extendidas.


Hace unos años pase por un tiempo de mucha depresión a causa de conflictos emocionales, que me hicieron decaer fuertemente, cuando busque ayuda en mi pastor, me envió a ayudar a una misionera que se encontraba en un área rural, aunque me pareció irracional lo que hizo obedecí y fui, al llegar ella no pregunto cómo me sentía, sino me conto como se sentía ella y los problemas que estaba teniendo con algunas personas por lo que necesitaba ayuda, el tiempo que estuve en el lugar fue ver situaciones peores en las que yo me encontraba, que me llevo a doblar rodillas, dejando mis problemas en manos del Señor para meterme de lleno con esta misionera en apoyar en la obra que se estaba levantando.


Esta es una realidad que vivimos muchas, los problemas nos agobian y ciegan, negándonos a ver cuánto podemos ayudar a otros y centrándonos a acariciar nuestros propios males. Una mujer de Dios desarrolla en si el deseo de ayudar y ver las necesidades de otros, sus ojos dejan de centrarse en sí misma, para ver a su alrededor.


Proverbios 31:20 “Alarga su mano al pobre, Y extiende sus manos al menesteroso.”

La mujer por naturaleza es hábil manejando el hogar, trabajo, relaciones familiares, etc. Es sensible a las necesidades de otros, tiende a ser compasiva. Por ello debemos cuidarnos de dejar que los afanes nos centren a vernos a nosotras mismas. Cuando este versículo habla de los pobres refiere a los necesitados en todo aspecto, física, emocional y espiritual. Por lo que se acerca a ellos, para ser ayuda a sus vidas, no somos Dios para arreglar la vida de otros, pero si sus instrumentos para ayudar al que lo necesite, y hacerles saber que en medio de las dificultades no están solos.

Es replicar lo que el Señor ha hecho con nosotros a través de otras personas que han sido usadas por el para ayudarnos y confortarnos en tiempos difíciles. Extender la mano a otros es ver sus necesidades y ser ayuda. Sabían que esto es ayuda a nuestra alma pues vemos el dolor en otros y hace que aprendamos a descansar en el Señor de nuestra propia aflicción, gozándonos en el servicio y cambiando el enfoque de lo que sentimos como dice


Salmos 30:11-12 “Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre”.

Cuan hermoso es dar gracias al Señor, porque en medio de las dificultades no nos quedamos llorando en un rincón, estamos siendo usadas por nuestro buen Padre, irradiando gozo, siendo ayuda a otros que están solos y necesitan ser confortados, ¡Alabado sea el Señor porque podemos ser instrumento útil en manos de un Dios vivo! Cuan hermosas son las manos dispuestas a ayudar, cuan grato es un corazón sensible a las necesidades de otros, es gratificante extender nuestros brazos para consolar a alguien.


Proverbios 3:27 “No niegues el bien a quien se le debe, cuando esté en tu mano el hacerlo”

Ayudar a otros no depende de quién sea o lo que ha hecho, sino de hacer la voluntad de Dios, la cual es buena agradable y perfecta, es salir de nuestra zona de comodidad y ser parte de una solución. Además, esto es parte de un proceso de restauración en nuestros corazones dejando de vernos a nosotras mismas, para ser dóciles a las necesidades de otros, esto también es dar a conocer a un Dios amoroso que cuida de otros, siendo nosotros los instrumentos que den a conocer ese amor tan grande.

Demos gracias al Señor por confiar en nosotros en ayudar a otros, seamos dóciles para que nos use con amor, doblemos rodillas por aquellos que lo necesitan, seamos sensibles a la necesidad de otros, y gocémonos grandemente porque el Señor cuida de nosotras en cada detalle, y nos hace útiles a su obra.



Por Sandri de García

Mujeres Llenas de Gracia ICJ








Sandra Lizeth Recinos Perera de García, 22 años de casada, madre de 2 hijos. 35 años cristiana, Graduada de Instituto Bíblico Jesucristo en BACCALAUREATUS EN TEOLOGÍA.


Ha trabajado con diferentes grupos a nivel ministerial desde 1996, ministrando, enseñando y aconsejando, estuvo de misionera durante once años en Colombia, actualmente es parte de Iglesia Cristiana Jesucristo, donde tiene el privilegio de apoyar en ministerio de damas y niños

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