Vida Diaria
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CONMOVIENDO A DIOS CON MI SACRIFICIO
Cristo es la mayor muestra de amor de Dios para con nosotras, su sangre derramada cumplió con todo lo que el Señor necesitaba para que pudiéramos ser aceptas en el amado. Él se convirtió en la ofrenda perfecta y agradable al Señor; 1 Pedro 1:18-19. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,” Su sangre derramada en la cruz del calvario nos limpia de todo pecado, más esto demanda de nosotras el entregarnos en holocausto al Señor, es decir, entregar nuestro corazón. Nuestro sacrificio debe llevar gratitud a su misericordia por nosotras, este es el fundamento para que entreguemos lo que nos pide por voluntad propia, en amor y temor de su santa presencia, convirtiéndonos en sacrificio vivo para aquel que nos ha llamado con un propósito. Romanos 12:1 “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
En ocasiones rendimos el corazón para limpiarnos de las impurezas del mundo, al entregar cada área al Señor somos preparadas para que manifestemos su hermoso fruto (Ga. 5:22-23). Siendo transformados a una naturaleza que lleva impregnada el carácter de Cristo. Gálatas 2:20, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Este sacrificio puede tocar aquello a lo que nos aferramos en el corazón de manera mal sana quitándole su lugar y alejándonos de su presencia. Por ello cuando nos entregamos al Señor reconozcamos que Él es nuestro todo, donde el gozo es resultado de disponernos a ser purificadas para recibir su gracia la cual nos capacitara constantemente para ser parte del reino de Dios. Efesios 5:2 “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” Ser sacrificio a Dios es el mayor privilegio en el creyente, pues nos perfecciona e identifica con el sacrificio de Cristo, y así alcanzar con gozo nuestro hogar celestial.
Por Sandri de García
#hermosura
Sandra Lizeth Recinos Perera de García, 22 años de casada, madre de 2 hijos. 35 años de ser cristiana, Graduada de Instituto Bíblico Jesucristo en BACCALAUREATUS EN TEOLOGÍA.
Ha trabajado con diferentes grupos a nivel ministerial desde 1996, ministrando, enseñando y aconsejando, estuvo de misionera durante once años en Colombia, actualmente es parte de Iglesia Cristiana Jesucristo, donde tiene el privilegio de apoyar en ministerio de damas y niños.
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