Vida Diaria
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CAMBIOS QUE FRUCTIFICAN EN BENIGNIDAD
Hemos escuchado muchas veces la importancia de ser benignos y es porque tiene que ver con la virtud de un carácter ejemplar, no hace ningún tipo de distinción entre hermanos, manifestando gentileza y amabilidad en el trato con otros, con una actitud tierna y bondadosa hacia los débiles.
La Benignidad es parte del fruto del Santo Espíritu (Gálatas 5:22-23). Se desarrolla en nuestro corazón destronando al ego, pues quita de nosotros toda aspereza. Saben la benignidad y la bondad van de la mano, además es importante tomar en cuenta que el ser benignos es parte de ser sabias, esto se logra a través de nuestro camino con el Señor, donde somos fortalecida en la palabra de Dios, reafirmadas en una comunión intima con El, y siendo obedientes a su Palabra. Solas no podemos alcanzarla por ello necesitamos la dirección del Espíritu Santo para ello.
Santiago 3:17 “La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” La benignidad es formada cuando sedemos nuestros derechos y deseo de imponernos, no es fácil pues debemos ceder en nuestra vida, puede llevarnos a sentirnos humilladas y pisoteadas por otros, aun autoengañarnos al pensar que no somos valoradas, pero si persistimos en esa postura puede ser muy peligroso pues nos lleva a caminos de necedad y obstinación, esto desarrolla un carácter carnal, egoísta, envidioso y traicionero pues estará centrado en uno mismo ignorando a quienes tenemos al rededor. Una mujer benigna no pelea con otros así tenga la razón, pues no busca imponerse así misma, sino a conciliar y buscar soluciones, siempre cuidando de no dañar a otros, además mantiene una actitud de servicio, por ello una persona benigna se caracteriza por su bondad y justicia. Moisés buscaba el rostro del Señor constantemente, meditaba y obedecía la palabra de Dios, pues debía tratar con un pueblo necio, pero aprendió a amarlo, cuidarlo y guiarlo, porque su corazón reposaba en Dios. La benignidad nos lleva a no ver la relación con otros como una carga o yugo, algo difícil o insoportable. Esta nos dirige a ver a otros con los ojos de Dios, amarlos como Dios los ama, valorarlos porque son especial tesoro para el Señor. No es maravilloso, lo que el Santo Espíritu de Dios desarrolla en nosotras, en una situación difícil con alguna persona podemos orar por ella, bendecir su vida, dolernos de lo que le suceda tratando de ser una solución para su vida, aunque nos halla herido, no caminamos por el dolor que sentimos sino por el amor de Dios a través de nosotras.
Tito 3:2 “Que no hablen mal de nadie, que sean pacíficos y bondadosos, y que se muestren humildes de corazón en su trato con todos.” La benignidad se proyecta a hacer el bien a otros, no está centrado en uno mismo, en lo que me hicieron, la forma en que me vieron, si soy importante para ellos, me dolió o me hirieron. Se basa en el ser útil a la vida de otros, ver su necesidad y poder ayudar, extender mi mano al que este caído, abrir mis brazos al que necesita consuelo, orar por aquellos necesitados, dar aliento a través de las verdades de Dios, las acciones de una mujer benigna hablan de su carácter pues es prudente, sabia, y busca el bien.
1 Pedro 3:8-9 “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.” La benignidad debe ser ejercitada a través de la dirección del Santo Espíritu de Dios, y nuestro corazón debe estar reposado en todo tiempo en el Señor. No olvidemos somos hijas del Altísimo, por lo cual la virtud de una princesa se refleja a través de sus acciones, no desfallezcamos en nuestro camino con el Señor, pues los tesoros que se nos entregan son tan valiosos que podemos disfrutar de ellos aun con quienes nos rodean. ¡Alabado sea el Señor!
Por Sandri de García
Sandra Lizeth Recinos Perera de García, 22 años de casada, madre de 2 hijos. 35 años cristiana, Graduada de Instituto Bíblico Jesucristo en BACCALAUREATUS EN TEOLOGÍA.
Ha trabajado con diferentes grupos a nivel ministerial desde 1996, ministrando, enseñando y aconsejando, estuvo de misionera durante once años en Colombia, actualmente es parte de Iglesia Cristiana Jesucristo, donde tiene el privilegio de apoyar en ministerio de damas y niños.
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