
Números 23:19 – "Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo dijo él, y no lo hará? ¿Habló, y no lo ejecutará?"
En nuestra vida diaria, estamos constantemente rodeadas de promesas. Las personas prometen, nos dan su palabra, pero lamentablemente, muchas veces las promesas humanas se rompen. Las circunstancias cambian, los planes se desvanecen, y las expectativas que ponemos en los demás pueden ser decepcionadas. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que Él es diferente. En Números 23:19, encontramos una de las verdades más poderosas sobre la naturaleza de Dios: Él es un Dios que no cambia. Él no es como los hombres, que pueden decir una cosa y hacer otra. Lo que Él promete, lo cumple. Lo que Él dice, lo ejecuta.
Este versículo nos invita a confiar en que las promesas de Dios son firmes y seguras, sin importar las circunstancias o los desafíos que enfrentemos. Como mujeres, a menudo nos encontramos en medio de responsabilidades y expectativas tanto propias como de otros, pero podemos descansar sabiendo que no debemos depender de la inestabilidad humana, sino de la fidelidad inquebrantable de Dios. Si Él ha dicho algo en su Palabra, Él lo hará.
Tal vez hoy estés atravesando momentos difíciles, sintiendo que tus fuerzas se agotan o que las promesas que esperabas no se están cumpliendo como esperabas. Este versículo nos asegura que no importa lo que esté sucediendo a tu alrededor, las promesas de Dios son fieles y verdaderas. Recuerda que Él no cambia y que su palabra no retorna vacía. Si Él ha prometido tu bienestar, tu restauración, o tu paz, puedes confiar plenamente en que Él lo hará, aunque no veas los resultados inmediatamente.
Hoy, haz un compromiso de confiar más profundamente en las promesas de Dios, sabiendo que Él está obrando en tu vida, incluso en los momentos cuando no entiendes todo lo que sucede a tu alrededor.
Oración:
Señor, gracias por tu fidelidad y por tu inmensa bondad. Te agradezco porque en ti puedo encontrar consuelo y paz, sabiendo que tus promesas nunca fallan. Ayúdame a recordar que no dependo de las promesas humanas, sino de tu palabra firme y estable. Cuando me sienta insegura o cuando las dificultades se presenten, quiero mirar hacia ti, mi roca firme. Que mi confianza esté completamente puesta en ti, y que pueda ver cómo tus promesas se cumplen en mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
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