Jeremías 17:7 dice: "Bendito el hombre que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor."
Este versículo nos invita a recordar que nuestra verdadera fuente de bendición y fortaleza proviene de confiar plenamente en Dios. Para las mujeres, que muchas veces estamos llamadas a desempeñar diversos roles en nuestras vidas, es fácil caer en la trampa de confiar en nuestras propias fuerzas o en las circunstancias. Sin embargo, la Escritura nos recuerda que cuando ponemos nuestra confianza en Dios, Él es nuestra verdadera fuente de seguridad, paz y dirección.
Cuando las cargas del día a día nos agobian, cuando los desafíos parecen imposibles de superar o cuando las emociones nos arrastran, debemos recordar que no estamos solas. El Señor está con nosotras, y su confianza es nuestra mayor fortaleza. En medio de las pruebas, podemos ser como el árbol que está plantado junto a aguas que nunca deja de dar frutos, porque nuestra raíz está firmemente establecida en Dios.
Hoy, toma un momento para examinar tu vida. ¿En qué estás confiando? ¿En tus habilidades, en las opiniones de los demás, o en tus circunstancias? Dios te invita a confiar en Él por completo. No importa lo que enfrentes, Él te sostendrá. Recuerda que como mujer, tu identidad no está en lo que haces, sino en quién eres en Él. Confía en Su palabra, en Su guía y en Su amor incondicional, y Él te bendecirá con una paz que supera todo entendimiento.
Oración:
Amado Dios, te doy gracias porque me has llamado a confiar en Ti. Reconozco que a veces he puesto mi confianza en mis propias fuerzas o en lo que el mundo dice, pero hoy elijo volver a Ti. Ayúdame a arraigar mi vida en Tu presencia, y a ser como un árbol que da fruto, sin importar las estaciones. Gracias por ser mi fortaleza y mi refugio. Te entrego mis preocupaciones y te pido que me guíes cada día, para que pueda ser un reflejo de Tu amor y Tu fidelidad. En el nombre de Jesús, amén.
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